IBD Biologics: Anti-TNF, Anti-Integrin y Inhibidores de IL-12/23 en Enfermedades Inflamatorias Intestinales
nov, 17 2025
Las enfermedades inflamatorias intestinales (EII), como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, afectan a millones de personas en todo el mundo. Durante años, los tratamientos se limitaban a antiinflamatorios, corticoides e inmunomoduladores, que a menudo no controlaban bien la enfermedad y traían efectos secundarios graves. Pero desde finales de los 90, una nueva generación de medicamentos ha cambiado completamente el panorama: los biológicos. Estos fármacos no son píldoras comunes. Son proteínas diseñadas en laboratorio para atacar puntos específicos del sistema inmunitario que causan inflamación en el intestino. Hoy en día, hay tres grandes familias de biológicos usados en EII: los anti-TNF, los anti-integrina y los inhibidores de IL-12/23. Cada uno tiene su propio mecanismo, ventajas y desafíos.
Anti-TNF: Los pioneros que aún dominan el mercado
Los inhibidores del factor de necrosis tumoral (anti-TNF) fueron los primeros biológicos aprobados para EII. Infliximab (Remicade), lanzado en 1998 para la enfermedad de Crohn, abrió la puerta a una nueva era. Hoy, esta clase sigue siendo la más usada, con un 65% del mercado global de biológicos para EII. Además de infliximab, incluye adalimumab (Humira), golimumab (Simponi), y certolizumab pegol (Cimzia).
Funcionan bloqueando una molécula llamada TNF-alfa, que actúa como una señal de alarma en el cuerpo, provocando inflamación crónica. Al apagarla, se reduce rápidamente el dolor, la diarrea y el sangrado. Muchos pacientes notan mejoría en solo 2-4 semanas. Pero no todo es perfecto. Estos medicamentos aumentan el riesgo de infecciones serias, como tuberculosis o infecciones fúngicas. También pueden desencadenar reacciones durante la infusión (en el caso de infliximab) o dolor e hinchazón en el lugar de la inyección (con adalimumab).
Un dato clave: los estudios muestran que infliximab tiene una eficacia ligeramente superior a adalimumab en pacientes que nunca han usado biológicos antes, especialmente en la colitis ulcerosa. Pero muchos médicos prefieren adalimumab por la conveniencia: es una inyección que puedes hacer tú mismo en casa, sin tener que viajar al hospital cada 8 semanas. Además, los biosimilares -versiones más baratas de infliximab y adalimumab- han reducido los costos entre un 15% y un 30%, lo que ha ampliado el acceso para muchos pacientes.
Anti-integrina: La opción más segura para el sistema nervioso
Vedolizumab (Entyvio) es el único anti-integrina aprobado para EII en la actualidad. A diferencia de los anti-TNF, que actúan en todo el cuerpo, vedolizumab se dirige solo al intestino. Funciona bloqueando una proteína llamada α4β7, que ayuda a las células inflamatorias a entrar en el intestino. Al detenerlas allí, evita que causen daño sin debilitar el sistema inmunitario en otras partes del cuerpo.
Esto lo hace ideal para pacientes con riesgo de enfermedades neurológicas, como esclerosis múltiple, o que han tenido tuberculosis latente. Mientras que otro anti-integrina, natalizumab, tiene un riesgo pequeño pero grave de una enfermedad cerebral llamada PML, vedolizumab no lo tiene. En estudios, los pacientes que usan vedolizumab tienen menos infecciones graves que los que usan anti-TNF.
Pero hay un inconveniente: tarda más en hacer efecto. Mientras que un anti-TNF puede mejorar síntomas en 2 semanas, vedolizumab suele necesitar entre 6 y 10 semanas. Muchos pacientes lo describen como "lento pero seguro". En encuestas de pacientes, tiene la puntuación más alta entre los biológicos: 4.1/5, con un 72% reportando buena eficacia. Sin embargo, el 44% menciona que esperar tanto tiempo fue frustrante, especialmente si estaban muy enfermos al inicio.
Se administra por infusión intravenosa, igual que infliximab: tres dosis iniciales en las semanas 0, 2 y 6, y luego cada 8 semanas. Cada sesión dura unas 2-3 horas. Aunque es más cómodo que una inyección semanal, requiere tiempo y desplazamiento. Pero para muchos, el balance entre seguridad y eficacia vale la pena.
IL-12/23 e IL-23: La nueva generación con menos riesgos
Los inhibidores de IL-12/23 y IL-23 representan el futuro de los biológicos. Ustekinumab (Stelara), aprobado para la enfermedad de Crohn en 2016 y la colitis ulcerosa en 2019, bloquea dos citoquinas: IL-12 e IL-23. Luego llegaron los inhibidores de IL-23 solamente: risankizumab (Skyrizi) y mirikizumab (Omvoh). Estos son más selectivos, lo que significa menos efectos secundarios.
En junio de 2024, la FDA aprobó risankizumab para la colitis ulcerosa, convirtiéndolo en el primer inhibidor de IL-23 disponible para ambas formas de EII. Esto es un hito. En ensayos clínicos, un 29% de los pacientes con colitis ulcerosa lograron remisión a las 52 semanas con risankizumab, frente a solo un 10% con placebo. Además, tiene un perfil de seguridad muy favorable: menos infecciones, sin riesgo de PML, y sin aumento de cáncer en estudios hasta ahora.
Se administra por inyección subcutánea, como adalimumab, pero con menos frecuencia: cada 8 o 12 semanas, dependiendo del peso y la respuesta. Muchos pacientes lo prefieren por la combinación de eficacia y facilidad. No necesitas ir al hospital, no hay reacciones de infusión, y los efectos secundarios son leves: dolor de cabeza o malestar estomacal en pocos casos.
El mercado de estos medicamentos crece un 25% al año. Se espera que en 2028 representen el 30% de todos los biológicos usados en EII. Aunque aún son más caros -una dosis de ustekinumab cuesta alrededor de $7,200 y una de vedolizumab unos $5,500-, los programas de asistencia de los fabricantes ayudan a muchos pacientes a pagar solo $0-$5 por infusión o inyección.
¿Cuál es el mejor? No hay una respuesta única
La pregunta que todos se hacen: ¿qué biológico debo tomar? No existe una respuesta universal. Depende de tu tipo de EII, tu historial médico, tu estilo de vida y tus prioridades.
- Si necesitas una respuesta rápida y tienes una enfermedad grave, infliximab sigue siendo la mejor opción con más evidencia.
- Si quieres evitar inyecciones y tienes miedo de infecciones sistémicas, vedolizumab es una excelente alternativa.
- Si prefieres inyectarte en casa y quieres algo más nuevo y seguro, risankizumab o ustekinumab son opciones fuertes.
- Si tienes psoriasis junto con EII, los anti-TNF pueden empeorarla -ahí vedolizumab o los inhibidores de IL-23 son preferibles.
Un estudio de 2022 comparó la eficacia de los biológicos en pacientes que nunca los habían usado. Infliximab y vedolizumab fueron los más eficaces para lograr remisión, mientras que adalimumab quedó muy por detrás. Pero en la vida real, muchos pacientes eligen adalimumab por la comodidad. La eficacia no es lo único que importa. La calidad de vida también lo es.
Desafíos reales: Costo, acceso y efectos a largo plazo
Los biológicos son caros. Aunque el seguro cubre parte, muchos pacientes aún pagan cientos o miles de dólares al año. El 41% de los encuestados por la Fundación Crohn y Colitis dijo que el costo fuera de bolsillo era un problema, incluso con seguro. Algunos abandonan el tratamiento por esto.
Además, los biológicos no funcionan para siempre. Hasta un 25% de los pacientes que usan anti-TNF desarrollan anticuerpos que hacen que el medicamento deje de funcionar. En esos casos, se puede aumentar la dosis, cambiar a otro biológico, o combinarlo con un inmunomodulador como azatioprina, lo que reduce la formación de anticuerpos en un 50-70%.
Y hay un tema silencioso: muchos pacientes necesitan más de un biológico en su vida. Un estudio de 2024 mostró que el 30% de los pacientes con EII pasan por dos o más biológicos en los primeros 5 años. Eso implica más visitas, más pruebas, más riesgos y más gastos. El costo anual por paciente puede llegar a entre $35,000 y $75,000.
Por eso, los expertos hablan de medicina personalizada. Pronto, podrán medir biomarcadores en sangre o heces para predecir qué biológico funcionará mejor en ti. En 2026, los resultados de estudios como RHEA y VEGA deberían ayudar a tomar decisiones más precisas.
Lo que los pacientes dicen: Voces reales
En foros como MyIBDTeam y Reddit, los pacientes comparten sus historias:
- "Cambié de Humira a Entyvio después de 5 años. Dejé las inyecciones semanales, pero tuve que esperar 10 semanas para sentirme mejor. Fue difícil." - CrohnsWarrior87
- "Remicade funcionó en 2 semanas, pero viajar 8 horas cada 8 semanas para la infusión me agotó. Ya no puedo." - UC_Survivor2023
- "Stelara me dio mi vida de vuelta. Sin infecciones, sin hospitalizaciones. Solo una inyección cada 8 semanas. Es mi salvación." - Patient_2024
Lo que todos coinciden es esto: cuando un biológico funciona, cambia todo. Dejas de pensar en el baño. Dejas de tener miedo de salir. Dejas de vivir con dolor. Por eso, aunque sean caros y complejos, siguen siendo la mejor esperanza para muchos.
¿Qué viene después?
La investigación no se detiene. Medicamentos como etrolizumab (otro anti-integrina) están en ensayos de fase 3 con resultados prometedores. También se estudian combinaciones de biológicos con nuevas terapias, como microbios intestinales modificados o fármacos orales que imitan los efectos de los biológicos.
El objetivo final es simple: que cada paciente con EII tenga acceso al tratamiento más efectivo y menos invasivo para su caso. No se trata de encontrar el "mejor biológico". Se trata de encontrar el mejor para ti.
¿Cuál es el biológico más eficaz para la colitis ulcerosa?
Según estudios comparativos, infliximab tiene la mejor evidencia de eficacia en pacientes que nunca han usado biológicos antes, especialmente para lograr remisión y curación de la mucosa. Sin embargo, vedolizumab y risankizumab también muestran resultados muy buenos, con menor riesgo de efectos secundarios sistémicos. La elección depende del historial médico y las prioridades del paciente.
¿Puedo cambiar de biológico si uno no me funciona?
Sí, es común. Hasta un 30% de los pacientes necesitan cambiar de biológico en los primeros 5 años. Si un medicamento deja de funcionar, el médico puede probar otro de la misma clase o pasar a una diferente, como de anti-TNF a un inhibidor de IL-23. La mayoría de los pacientes responden bien al cambio, aunque cada nuevo medicamento lleva tiempo para mostrar efecto.
¿Los biológicos aumentan el riesgo de cáncer?
Los estudios muestran un pequeño aumento en el riesgo de ciertos cánceres, como linfoma, especialmente con anti-TNF. Pero el riesgo absoluto sigue siendo bajo. Los inhibidores de IL-23, como risankizumab, no han mostrado este aumento en estudios hasta ahora. El beneficio de controlar la inflamación crónica -que también aumenta el riesgo de cáncer de colon- suele superar el riesgo del medicamento.
¿Necesito vacunarme antes de empezar un biológico?
Sí, es obligatorio. Debes estar al día con todas las vacunas recomendadas, especialmente contra la gripe, neumococo, hepatitis B, varicela y el virus del papiloma humano. No puedes recibir vacunas vivas (como la de la varicela o la fiebre amarilla) después de empezar el tratamiento. Tu gastroenterólogo te guiará sobre qué vacunas necesitas y cuándo aplicarlas.
¿Cuánto tarda en hacer efecto un biológico?
Depende del tipo. Los anti-TNF como infliximab y adalimumab suelen empezar a funcionar en 2-4 semanas. Vedolizumab puede tardar 6-10 semanas. Los inhibidores de IL-23 como risankizumab también tardan entre 4 y 8 semanas. La respuesta completa puede llevar hasta 3 meses. Pacientes con síntomas graves deben tener paciencia y comunicar cualquier cambio a su médico.
¿Qué pasa si me olvido de una dosis?
Si te olvidas de una inyección de adalimumab o ustekinumab, adminístrela tan pronto como te acuerdes, pero no si ya pasó mucho tiempo. Para infliximab o vedolizumab, si te pierdes una infusión, llama a tu centro para reprogramarla lo antes posible. No dupliques la dosis. Olvidar dosis puede reducir la eficacia y aumentar el riesgo de pérdida de respuesta. Usa apps como MyTherapy para recordatorios.
La medicina para la EII ha avanzado más en los últimos 25 años que en los 100 anteriores. Hoy, tener una enfermedad inflamatoria intestinal no significa vivir con dolor constante. Con los biológicos, muchas personas recuperan su vida. El reto ahora es asegurar que todos, sin importar su situación económica o geográfica, puedan acceder a estos tratamientos. Porque el objetivo no es solo controlar la enfermedad. Es devolver la libertad.