Reflujo gástrico: causas, síntomas y tratamientos

El reflujo gástrico ocurre cuando el contenido del estómago sube por el esófago, provocando esa sensación quemante que a muchos les resulta molesta. No es sólo una incomodidad: si se deja sin control puede dañar el revestimiento esofágico y generar complicaciones. En este artículo te explico de forma clara qué lo origina, cómo reconocerlo y qué puedes hacer para aliviarlo o curarlo.

Síntomas y diagnóstico

Los síntomas más habituales son la acidez o ardor en el pecho, a veces llamado “pirosis”, y un sabor amargo o ácido en la boca, sobre todo después de comer o al acostarse. También pueden aparecer tos seca, irritación de la garganta, ronquera o sensación de nudo en la garganta. En casos más graves, el reflujo puede causar dolor al tragar o incluso sangrado.

Para diagnosticarlo, el médico suele preguntar por la frecuencia de los síntomas y los alimentos que los desencadenan. En muchos casos basta con un examen físico y una revisión de la historia clínica. Si los síntomas son persistentes, se pueden pedir pruebas como la endoscopia, la pH‑metría esofágica o una radiografía con bario para confirmar el daño y descartar otras patologías.

Tratamiento y prevención

El primer paso para controlar el reflujo es modificar hábitos cotidianos. Come porciones pequeñas, evita comer justo antes de dormir y eleva la cabecera de la cama unos 10‑15 cm. Reduce o elimina alimentos y bebidas que relajan el esfínter esofágico: café, chocolate, alcohol, alimentos fritos, picantes y cítricos.

Si los cambios de estilo de vida no bastan, los médicos recetan antiácidos de venta libre, bloqueadores de los receptores H2 o inhibidores de la bomba de protones (IBP). Estos últimos son los más eficaces para reducir la producción de ácido y curar la inflamación. En casos de reflujo severo o complicaciones como la esofagitis, se pueden considerar tratamientos quirúrgicos como la fundoplicatura, que refuerza el músculo que impide el regreso del contenido gástrico.

Adoptar hábitos saludables también ayuda a prevenir futuros episodios. Mantén un peso corporal adecuado, haz ejercicio regular y evita ropa muy ajustada que aumente la presión abdominal. Beber agua entre comidas, no sólo durante ellas, ayuda a diluir el ácido y a eliminarlo más rápidamente.

Si notas que la acidez es frecuente, dura más de dos semanas o viene acompañada de vómitos, pérdida de peso o sangre en el vómito, no lo dejes pasar. Consulta a tu médico para que te realice una evaluación completa y te indique el tratamiento más adecuado.