Calidad del aire: qué es y por qué importa

¿Te has preguntado alguna vez por qué a veces sientes menos energía o te irrita la garganta? La respuesta suele estar en el aire que respiras. La calidad del aire mide cuántas partículas y gases nocivos hay en el ambiente y cuán seguros son para tu cuerpo.

Cuando el aire está contaminado, tus pulmones trabajan más, lo que puede desencadenar tos, dificultad para respirar o empeorar enfermedades como el asma. Además, la exposición prolongada a contaminantes se ha relacionado con problemas cardiovasculares y, en algunos casos, con afecciones crónicas.

Factores que empeoran la calidad del aire

Los principales culpables son los gases de escape de los vehículos, la quema de combustibles fósiles y la industria. En ciudades con mucho tráfico, el nivel de partículas finas (PM2.5) suele ser alto, y esas partículas pueden penetrar profundamente en los pulmones.

Otros factores incluyen la quema de madera en chimeneas, la agricultura intensiva que genera amoníaco y los incendios forestales, que liberan una gran cantidad de humos y cenizas.

Incluso dentro de casa, la calidad del aire puede degradarse por el uso de productos químicos, la falta de ventilación o la presencia de moho.

Cómo mejorar la calidad del aire que respiras

La buena noticia es que puedes tomar medidas simples para protegerte. Primero, abre las ventanas al menos 10 minutos al día para renovar el aire interior, sobre todo si vives en una zona con poca contaminación.

Si usas calefacción o aire acondicionado, revisa los filtros y cámbialos regularmente; un filtro limpio atrapa más partículas y mejora la circulación.

En la calle, evita hacer ejercicio intenso cuando el índice de calidad del aire (AQI) está alto. Consulta la previsión del AQI en tu móvil o en la web del gobierno y elige horarios con menos contaminación.

Plantar árboles y mantener zonas verdes ayuda a filtrar contaminantes. Si tienes espacio, planta macetas con especies como la hiedra o la sansevieria; son efectivas para absorber CO₂ y liberar oxígeno.

Limitar el uso del coche también marca la diferencia. Usa la bicicleta, camina o comparte coche cuando sea posible. Cada kilómetro que dejas de recorrer en coche reduce la cantidad de partículas en el aire.

En el interior, elige productos de limpieza sin fragancias químicas fuertes y evita los aerosoles. Usa una aspiradora con filtro HEPA para atrapar el polvo más fino.

Por último, presta atención a tu salud. Si notas síntomas como tos persistente, irritación en los ojos o dificultad para respirar, consulta a tu médico y menciona la calidad del aire como posible factor.

Mejorar la calidad del aire no es una tarea imposible; con pequeños cambios diarios puedes respirar más tranquilo y proteger tu bienestar a largo plazo.