Inhibidor de proteasa: qué es, para qué sirve y ejemplos comunes

Si alguna vez te han mencionado los inhibidores de proteasa y no sabes de qué va, estás en el lugar correcto. Son fármacos que bloquean enzimas llamadas proteasas, encargadas de cortar proteínas que los virus o células cancerosas necesitan para multiplicarse. Al impedir esa acción, el medicamento frena la progresión de la enfermedad. Suena técnico, pero la idea básica es simple: detener al enemigo en su punto débil.

¿Cómo actúan los inhibidores de proteasa?

Las proteasas son como tijeras microscópicas que los virus usan para montar sus piezas y formar nuevos virus funcionales. Un inhibidor de proteasa se une a la zona activa de la enzima y la “cierra”, impidiendo que corte la proteína. Sin ese corte, los virus no pueden ensamblarse correctamente y el número de copias en el cuerpo se reduce. En cáncer, algunas células dependen de proteasas para invadir tejidos; bloquearlas reduce su capacidad de esparcirse.

El efecto no es instantáneo, suele tardar varios días en notarse porque el cuerpo necesita tiempo para eliminar los virus o células dañinas que ya estaban formados. Por eso los médicos recomiendan seguir el tratamiento completo, aunque te sientas mejor. Saltarse dosis o dejar el medicamento pronto puede hacer que el virus vuelva a crecer o que la enfermedad recurra.

Principales inhibidores de proteasa en España

En el contexto del VIH, los inhibidores de proteasa más conocidos son lopinavir/ritonavir (Kaletra), atazanavir (Reyataz) y darunavir (Prezista). Todos ellos forman parte de la terapia antirretroviral combinada y se prescriben junto a otros tipos de fármacos para mantener la carga viral bajo control.

Para la hepatitis C, los grandes protagonistas son los combinados de sofosbuvir y velpatasvir (Epclusa) o glecaprevir/pibrentasvir (Mavyret). Estos bloquean proteasas del virus hepático y, combinados, logran curar a la mayoría de los pacientes en 8‑12 semanas.

En oncología, algunos inhibidores de proteasa están en fase de ensayo, pero ya se usan medicamentos como bortezomib para mieloma múltiple. Bortezomib impide la degradación de proteínas dentro de las células cancerosas, provocando su muerte.

Como cualquier fármaco, estos tratamientos pueden causar efectos secundarios. Los más habituales son náuseas, diarrea, fatiga y alteraciones en los niveles de colesterol o glucosa. En casos raros aparecen problemas hepáticos o rash cutáneos. Si notas algo fuera de lo normal, avisa a tu médico sin demora.

En resumen, los inhibidores de proteasa son herramientas clave en el control de infecciones virales graves y, cada vez más, en terapias contra el cáncer. Su éxito depende de la adherencia al tratamiento y de la vigilancia médica. Si te han recetado uno, sigue las indicaciones al pie de la letra, mantente atento a posibles efectos y pregunta siempre que tengas dudas. Así aprovecharás al máximo su potencial y mejorarás tu calidad de vida.