Taquicardia ventricular: qué es, causas y cómo tratarla

Si alguna vez sentiste que tu corazón latía como una tamborilada rápida y temblorosa, podrías haber experimentado una taquicardia ventricular. No es algo que debas ignorar, pero tampoco hay que entrar en pánico sin antes entender de qué se trata.

Causas más comunes

Hay varias razones por las que el ventrículo (la cámara inferior del corazón) puede disparar latidos excesivamente rápidos. Entre las más frecuentes están:

  • Enfermedad coronaria: cuando las arterias que alimentan el corazón están obstruidas.
  • Cardiomiopatía: debilidad del músculo cardiaco que altera su funcionamiento.
  • Desequilibrios electrolíticos: falta de potasio o magnesio pueden desestabilizar el ritmo.
  • Uso de estimulantes: cafeína, nicotina o drogas como la cocaína.
  • Problemas estructurales: defecto congénito o cicatrices después de un infarto.

En algunos casos la causa es desconocida y se habla de taquicardia ventricular idiopática. Sea cual sea el origen, la detección precoz ayuda a evitar complicaciones graves.

Cómo reconocer y cuándo buscar ayuda

Los síntomas pueden variar, pero presta atención a:

  • Palpitaciones intensas que aparecen de repente.
  • Dolor en el pecho o sensación de opresión.
  • Dificultad para respirar, mareos o desmayos.
  • Sudoración profusa sin razón aparente.

Si experimentas cualquiera de estos signos, especialmente desmayos o dolor fuerte, llama al servicio de urgencias de inmediato. Mientras esperas ayuda, si estás sentado, mantén la calma, respira despacio y evita cualquier esfuerzo físico.

Cuando la situación no es una emergencia, agenda una visita al cardiólogo. El médico te pedirá un electrocardiograma (ECG) y, si es necesario, estudios más avanzados como una resonancia magnética del corazón o un estudio electrofisiológico.

El tratamiento depende de la causa y de la frecuencia de los episodios. Las opciones más habituales son:

  • Medicamentos antiarrítmicos: como amiodarona o lidocaína para estabilizar el ritmo.
  • Cateterismo y ablación: procedimiento que destruye las áreas del corazón que provocan la arritmia.
  • Desfibrilador automático implantable (DAI): recomendado cuando hay alto riesgo de paro cardíaco.
  • Modificaciones de estilo de vida: reducir cafeína, dejar de fumar y controlar la presión arterial.

No todos los pacientes necesitan un DAI; a veces basta con cambiar hábitos y tomar el medicamento correcto. Por eso es crucial que el especialista evalúe cada caso.

Además de seguir el tratamiento, lleva un registro de tus episodios: hora, duración, actividades previas y cualquier síntoma asociado. Esa información le será muy útil al cardiólogo para ajustar la terapia.

En resumen, la taquicardia ventricular es una arritmia que puede ser peligrosa, pero con diagnóstico temprano y un plan de tratamiento adecuado la mayoría de las personas lleva una vida normal. Mantente atento a los signos, no dudes en buscar ayuda y sigue las recomendaciones médicas. Tu corazón merece ese cuidado.